Su mamá dio borrón y cuenta nueva en su vida.... Ya pasó un año de todo el horror, de toda la angustia, Un año llevó que Alicia pase de ser una niña a tener que comportarse como adulta, a tener que hacer tareas de adulta, ya le daba igual, ya todo le daba igual.
No le importaba si el niño lindo de su vecindario la miraba. Ya no le importaba combinar su ropa con moñas en su pelo, aunque su padre una vez le dijo "Una verdadera mujer es fiel a sus principios", Y así era. Carácter fuerte, un pensamiento profundo que rompía barreras entre lo que los niños podían saber, y lo que no. Pensamientos que abarcaban desde el porqué a los hombres les interesaba tanto una mujer sin ropa, hermosa, que había visto en una revista que su papá miraba siempre, algo que empezaba por Pl, P.... Play, sí, Play.... Playboy, así se llama.
Pero el misterio continuaba, ese profundo, incierto, ese misterio a la vida.
La mamá de Alicia conoció a Ruben, un veterano de cincuentitantos. Cara arrugada, sonrisa infeliz. No daba muchas demostraciones de afecto, pero Alicia pensaba que era buena persona. De esas personas que "nunca se sueltan", se limitan a respirar y hacerse cargo de sus responsabilidades. Una persona a medias, digamos. Ruben era viudo; trabajó en misiones de guerras toda su vida, hecho que le provocó una lesión grave en su rodilla que le dificultaba el caminar, pero hecho también por el cual por lo menos, el Estado le brindaba una pensión. Alicia no sabía el monto exacto de dinero, bueno.. en realidad cuando se trataba de dinero a Alicia poco le importaba. Sabía que esa cosa era la causante de tantos estragos. Esa cosa provoca que la gente sea boba, infeliz, poca cosa. Pero, al menos sabía que gracias a su pensión Ruben brindaba lo necesario para su familia,
Freddy, su hermano mayor estaba en plena adolescencia. Como el épico adolescente su vida se basaba en encontrar revistas eróticas ocultadas por ahí y masturbarse. Alicia ya sabía sobre el tema, lo leyó en un libro que tomo "prestado" del cuarto de su mamá. Cada vez que se insinuaba sobre el tema Freddy quedaba rojo como un tomate, no podía hablar, titubeaba, se ruborizaba casi hasta explotar. Con el tiempo, debido a la obviedad del tema y la necesidad de una charla, Ruben se dispuso a ponerse en el papel de padre y hablar con Freddy sobre el tema sexo. Sobre la charla nunca se supo, y Freddy, bueno, Freddy siguió masturbándose mucho.
Las fechas festivas eran pésimas, las pasaban con la familia de Ruben, los De los Santos. Los padres de Rubem, Aroncina y José eran típicos viejos de mentalidad renegrida. De clase media alta, totalmente inconformes de que su hijo mayor se casara con una mujer divorciada y con tres hijos para criar. Pasaban momentos falsos de risas fingidas, temas aburridos y música berreta.
Ya era casi hora de irse cuando la conversación se inclina hacia un tema que llamó la atención de Alicia y la hizo dejar de lado el libro que se estaba ganando su atención últimamente <<La ciudad y los perros>>, hablaré de él en algún momento.
- "Las cosas han cambiado, señores.... Ya a nadie le importa el placer,la virginidad de la mujer, el respeto del hombre. En mi época las parejas se escondían para hacer sus cosas, inclusive para agarrarse de la mano. Y ¡¡ay!! si tuvieran relaciones antes del casamiento. Pecado absoluto" -decía, mientras abría los ojos enormes como para ser más llamativa, la arrogante madre de Ruben, Aroncina de los Santos.
- "Toda la razón, querida" - Dijo su esposo, José, asintiendo con la cabeza y poco más con las manos, porque pobre de él si no le diera la razón a su esposa.
Aroncina era la calcomanía de la mujer de los años cincuenta. Comportada, su ropa no podía llamar mucho la atención, no podía salir del parámetro normal, ni colores llamativos ni ropa muy expuesta. Guardó su virginidad para el hombre con el cual se casó, sexo para reproducirse y escasas veces por placer, pero obviamente que ni posiciones raróficas ni mucho menos palabras obscenas porque ella era una mujer que se hacía respetar. Observaba el panorama de su vecindario desde la ventana del baño, que aunque era chica, daba y sobraba para esconderse y observar. Hecho que vale destacar porque gracias a él Aroncina descubrió que su vecina Rosa salía a las 18.00 hs de su casa y volvía a las 22.00 ¿Como podía ser que esa mujer pasara tantas horas fuera de su casa? ¿Que pensaría la gente que la viera? ¡Qué mujer loca! No es consciente de las cosas que la gente puede llegar a pensar.
Pero estaban todos sentados en esa espantosa mesa, en un ambiente falso y tan limpio que las copas brillaban e encandilaban pero tan sucio que te provocaba náuseas estar rodeado de gente tan fea. Y fue en ese momento que estalló el calefón.
- "Qué queres que te diga, la sociedad está perdida" -dijo Aroncina.
- Si sigue existiendo gente como usted lo estará pronto. Dice sin detenerse Alicia.
Nadie si quiera había prestado atención en Alicia, que estaba profundamente hundida en su libro, sin embargo al escuchar semejante cosa, sus ojos se desviaron del libro y sus palabras no pudieron quedar guardadas. Y siguió.
- El sexo no es un tabú. Hay gente que paga por sexo, gente que se vende por sexo, gente que vive del sexo y muchas otras disfrutan de él. Diversión, negocios, ¿que más da? La vagina de la mujer no es un cofre de oro; no pueden seguir inculcándole la idea de probarse, de guardarse, de esperar al hombre indicado. Porque, principalmente, una mujer nunca, jamás, bajo ningún criterio debe esperar a un hombre. Somos y siempre hemos sido lo suficientemente capaces e independientes para cuidar, y decidir sobre nuestro cuerpo. Sexo, sexo rápido, lento, salvaje, con pasión. Sexo en fin, sin tabús, sin miradas raras. Sin caras impresionadas por la simple palabra sexo. Repítanlo conmigo, S E X O. - Alicia hablaba rápidamente, sin ni siquiera pestañear.
No hay palabras para describir los rostros de todos. Impactados, sí, impactados, esa es la palabra adecuada.
- Y déjenme decirles, ya que estamos. Que nada está perdido. La vida es ilógica y el pensamiento cambia, todo cambia, todo pasa. Si yo estoy con una persona por el simple hecho de querer estar, sin sentir amor, sin querer casarme, ni querer tener hijos, o perros, o si siquiera pensar en un futuro. Está bien, estoy bien No quiero ser parte de un mundo que me obliga a pertenecer a él. No soy más yo por vestirme igual que los demás, por escuchar la misma música, por frecuentar los mismos lugares. Ni que me obliguen a salir en busca de un marido para sentirme más mujer. Ni a tener hijos para no ser solitaria. Quiero poder reírme a carcajadas y usar ropa ajustada. Voy a ser libre, voy a respirar con ganas. De mí depende todo, y yo decido hoy sentada en esta mesa que jamás, bajo ninguna circunstancia, quiero ser una persona aburrida como ustedes. Y les deseo desde el fondo de mi corazón que salgan de esos cuerpos inventados, de esas vidas mediocres, y vivan, como puedan, pero vivan.